Por Alejandro Michelena (Colaboración especial para EL PUEBLO)
El autor, que es escritor, editor, y solvente investigador literario, pone el foco en su último libro en la Generación del 98 española. Lo hace en un trabajo breve, donde acompaña cada semblanza crítica de los autores que elige, los más descollantes y notables de aquella promoción, con un muy bien elegido fragmento de sus obras. En sus textos Garet da noticia de cada uno en forma amena, clara, y a su vez rigurosa. Pero lo más importante: hace una puesta al día de proyectos literarios e intelectuales que tienen más de un siglo, logrando una apuesta al futuro de este conjunto de figuras brillantes que a partir de la insatisfacción con la mediocridad de la España del final del Siglo XIX sentaron las bases de una renovación que fue al mismo tiempo literaria, filosófica y moral.
Los seleccionados por el autor son Ramón María del Valle Inclán, Azorín, Pío Baroja, Miguel de Unamuno y Antonio Machado. Le dedica unas pocas páginas a cada uno, donde logra ubicarlos en su tiempo y dar una idea de las características y alcance de sus obras. El resultado es un volumen aprovechable tanto por estudiantes de profesorado de Literatura o de Humanidades, como por un lector interesado en general.
En su Apuesta al 98, Leonardo Garet libera a la plana mayor de esta generación de la cárcel académica en la que han estado por décadas, en un libro que a su vez es divulgativo y analítico. Es un gran aporte del investigador salteño. Recordemos que la Generación del 98 tuvo largo predicamento en la Península Ibérica y en Latinoamérica por varias décadas, siendo sus libros editados y difundidos, algo que comenzó a menguar a fines de los años sesenta. El único que mantuvo notoriedad fue Machado, por haber sido cantados sus poemas por cantores populares de la talla de Joan Manuel Serrat.
Pero este no es un libro complaciente. Su autor no esconde sus entusiasmos y disgustos en el balance de la relectura que hizo para escribirlo. Queda clara su buena opinión de Valle Inclán, particularmente en sus Sonatas y su personaje el Marqués de Bradomin. También su respeto por la prosa de Azorín, reconociendo sus limitaciones. Muestra poco aprecio por el Pío Baroja novelista, tan ponderado por cierto cánon hispánico. Pone reparos al Unamuno Del sentimiento trágico de la vida, revalorando sin embargo su poesía. En cuanto a Antonio Machado, desmenuza muy bien su poética, sorteando los lugares comunes al respecto.
Algunos arquetipos de la tradición literaria, resignificados por varios de estos autores, son destacados en el trabajo de Garet. El de Don Juan Tenorio, en el Bradomin de Valle Inclán. El de Don Quijote, con perspectivas distintas uy distantes en Azorín y Unamuno.
Apuesta al 98 es un aporte indudable. Una válida incitación a leer –o releer- a estos escritores, de tanta incidencia en un tiempo y luego tan olvidados para el lector en general por falta de ediciones y crítica que los difunda. Leonardo Garet logra la proeza de probar su vitalidad y vigencia en este nuevo Milenio, lo que no es poco.
Alejandro Michelena
(«Apuesta al 98», de Leonardo Garet. Ediciones Aledebarán. Salto).