Como diéramos cuenta en anteriores ediciones, la publicación de más de 2.000 páginas, en cuatro tomos, conteniendo la totalidad de lo escrito por Horacio Quiroga ya es una realidad. Algunos días atrás, nos dedicamos al comentario de los dos primeros tomos, correspondientes a los cuentos completos. Es momento ahora de referirnos al tercer tomo de esta magnífica publicación editada, prologada y anotada por Leonardo Garet, que como también anunciáramos, corresponde a “Novelas, Artículos misioneros y Variedades”.
Este tercer tomo contiene las novelas “Historia de un amor turbio”, “Pasado amor”, “Las fieras cómplices”, “El mono que asesinó”, “El hombre artificial”, “El devorador de hombres”, “El remate del imperio romano” y “Una cacería humana en África”. Tiene además 67 artículos sobre elementos propios de la vida misionera (principalmente sobre animales), así como decenas de otros textos de crítica literaria, biografías de diferentes personalidades del mundo, etc.
El tomo presenta un muy ilustrativo prólogo que habla de cada una de estas novelas y los demás textos.
En esta parte del prólogo, Garet hace referencia a las novelas que Quiroga publicó en la Revista “Caras y Caretas” con el seudónimo de S. Fragoso Lima, algunas de la cuales tienen el mismo buen nivel que otras creaciones firmadas con su verdadero nombre. “La curiosa “S” inicial puede recordar el segundo nombre de Horacio: Silvestre”, dice el prologuista.
Después, el libro ofrece un minucioso estudio sobre cada una de las novelas incluidas, que a continuación comentamos.
“Las fieras cómplices”: Esta novela presenta un paisaje selvático típico del autor, “a pesar de su expresa voluntad de separar a “Las fieras cómplices” de la obra que difundía con su nombre”, como explica el prólogo, y trata “el tema de una venganza con el telón de fondo de la explotación social”.
“El mono que asesinó”: La colocación de humanos y animales en un plano de igualdad mediante la animalización de los primeros y la humanización de los segundos, fue parte del estilo quiroguiano. Es lo que de alguna manera sucede en esta novela, en la que “se presenta el caso de un crimen de un mono pero complicado con el tema de la reencarnación”.
“El hombre artificial”: En este caso, el tema es la fabricación de un hombre. Varios son los antecedentes en otros escritores, Garet cita por ejemplo a Mary Shelley, pero destaca en Quiroga “la forma de inculcar las percepciones, los sentimientos, el alma”. Una de las falencias que el prologuista marca en esta obra es el manejo del tiempo, aspecto a su entender descuidado por el autor, en el afán de dar credibilidad al relato atendiendo otras cuestiones. Son errores seguramente producto del apresuramiento por terminar obras “encargadas” por la revista.
“El remate del imperio romano”: Se trata de una novela con personajes y episodios absolutamente reales, por lo que, dice Garet, “el grado de invención es mínimo”. En vistas de esto, estamos ante un caso que podría considerarse “novela histórica”.
“Una cacería humana en África”: Por la situación planteada, donde un hombre, al final, logra montar un laboratorio para investigar sobre venenos, “parece el cumplimiento de un secreto deseo de Quiroga expresado a Luis Pardo”, dice Garet haciendo alusión a estas palabras de Quiroga: “Cuando el gobierno me cree una estación de seroterapia ofidiana, seré útil a la humanidad”. Varios son los errores que el prologuista explica en cuanto a la construcción de esta novela; “son varias las situaciones resueltas de forma por demás desprolija”, dice.
Estas dos novelas tuvieron mucho más trascendencia que las de S. Fragoso Lima, que no pasaron de una repercusión reducida al ámbito de una revista. De las dos, además de un comentario pormenorizado, Garet cita las opiniones de algunos de los mejores críticos de Quiroga. Por ejemplo, de “Historia de una amor turbio” expresó Rodríguez Monegal: “La novela es, sin embargo, mejor de lo que se ha dicho habitualmente. Su defecto básico está en parte compensado si el lector practica una lectura atenta”. Sobre “Pasado amor”, Ezequiel Martínez Estrada escribió: “Toda esta novela está construida, armada de mano maestra, especialmente en las peripecias de un amor perfectamente absurdo y, por tanto, irremediable, con las astucias y temeridades que el amor sofocado en la carne y en el alma inspira al hombre maduro y a la mujer sin experiencia”.
Aquí se encuentran textos que dejan al descubierto la sapiencia de Horacio Quiroga sobre los más variados temas, fruto de su experimentación en la selva: animales, plantas, mecánica, química, etc. Sobre ellos, dice Garet: “Quizás lo característico y común de todas estas notas sea la devoción por la veracidad. Son de observación, de investigación y lo más lejos posible del hombre que se permitía, en algunos cuentos, las fantasías más audaces”.
Un buen número de artículos incluidos en este Tomo III corresponde a notas de crítica literaria. Claro que, como advierte Garet, Quiroga no era un experto en la materia y sólo se dedicó a ella como una forma más de su pasión por la literatura; dice al respecto: “No maneja ni la terminología, ni el rigor, ni la prudencia, que son por lo general las notas distintivas del crítico…”. Y agrega: “Los artículos quiroguinos sobre literatura en general, se pueden dividir en: los que tratan de un autor en especial y los que hablan de teoría del cuento”.
Bajo un título tan genérico, Quiroga escribió artículos sobre los más variados asuntos, que Garet sintetiza así: “la atracción por los animales, el interés por temas seudo científicos, la curiosidad de hablar como argentino, la política internacional, su cuestionamiento a lo que considera cultura popular, sus firmes convicciones estéticas, su posición ante la moda en el vestir y su avanzado sentido pedagógico”.
Se trata de una serie de biografías escritas por Quiroga semanalmente. Los referentes son hombres “de la ciencia o del mundo de la acción”, de los que Quiroga destaca siempre “un rasgo de carácter o una determinación heroica”. Escribe Garet: “Destaca un rasgo , una anécdota, o los elementos esenciales de un personaje y les da el encuadre necesario…”.