La obra del pintor Carmelo de Arzadun se encuentra presente en salas de museos y colecciones particulares en diversos países del mundo. En el Uruguay la mayor parte de su obra puede disfrutarse en el Museo Nacional de Artes Visuales, el Museo Juan Manuel Blanes y en el Museo María Irene Olarreaga Gallino de Salto. En lo internacional su obra está presente mayormente en España, en el País Vasco, y en Francia, país al que viajó, trabajó y expuso en reiteradas ocasiones. Es recordada la donación por parte de la Presidencia del Uruguay, en 1996, de la obra “Cristo crucificado” al Papa Juan Pablo II, por lo que la obra de Arzadun también está presente en el Museo del Vaticano.
El Museo María Irene Olarreaga Gallino cuenta con una colección de importancia, tanto por el número de obras (11 pinturas y 2 dibujos) como por la representatividad de etapas de la vida y la obra del pintor nacido en Mataojo. Esto permite que la calidad individual de cada obra se vea reforzada por su pertenencia a una colección con coherencia interna, tanto histórica como pictórica, que es de muy clara lectura. Otra particularidad de esta colección es que reúne obras de un período maduro de Carmelo de Arzadun, en el cual la paleta cromática ya ha bajado de tonalidad y no es tan evidente el estilo planista que desarrollara en los años de su juventud. Son obras que demuestran el manejo sobrio y asentado de los colores, producto de su madurez pero además por haber tenido contacto a mediados de la década del 30, con Joaquín Torres García, quien ejerciera mucha
influencia en el medio pictórico uruguayo desde 1934.
Los temas en los que se puede dividir la colección son: las playas del balneario Las Flores, las obras de estructuración constructivista, los paisajes urbanos, y los retratos de familia y autorretratos.
En 1940, a la edad de cincuenta y dos años, Carmelo de Arzadun construye una casa en el balneario Las Flores, en Maldonado, donde pasará las temporadas veraniegas con su familia. No significará para el pintor un lugar de aislamiento total respecto a su entorno montevideano ya que Las Flores se había convertido en el lugar de descanso de muchos personajes de la intelectualidad y la política nacional, por lo que allí se encontrará con los Petit Muñoz, los Espínola, los Cáceres, lo que posibilitará ocasionales intercambios de ideas. El descanso veraniego de Arzadun es la pausa en su tarea como profesor de dibujo y Director del Museo Municipal de Bellas Artes Juan Manuel Blanes, pero no es un reposo que implique inactividad, las vacaciones de Arzadun son una excusa para poder seguir haciendo lo que él más disfruta: pintar. Dispone del tiempo que desee para dedicarse a uno de los temas que será de los más reconocidos de su producción: las playas del balneario Las Flores.
En el Museo María Irene Olarreaga Gallino se destacan tres pinturas que pertenecen a este tema, todas ellas realizadas en el año 1946 y prácticamente con las mismas características técnicas. Están pintadas con óleo aplicado sobre superficies de madera que rondan los 70 cm por 55 cm. Los títulos de estas obras son “Paisaje”, “Árbol y arena” y “Niña frente al mar”.
Arzadun se posiciona frente al cielo, la tierra y el mar. Se encuentra con las dimensiones infinitas del horizonte que conducen a los artistas a la reflexión y a definir una postura filosófica. De sus viajes a Europa había conocido a los pintores que se han valido de los cielos y los mares para expresar sus estados de ánimo. En los mares agitados, las nubes de tormentas o en las brumas, es donde se descubre la inquietud, la desesperación o la angustia existencial. Pero los cielos y mares de Arzadun están en orden, domina la paz. Hasta las variaciones atmosféricas y la representación de cierta brisa en las olas y en la vegetación quedan sometidas a esa serenidad y seguridad que le imprime el pintor a toda la obra.
La pintura de Arzadun parte siempre de la realidad visual, no es una pintura de imaginación fantasiosa ni elabora juegos de significados intrincados. Tampoco su pintura es de distorsiones expresivas, como la que llega a plasmar su amigo José Cúneo. Arzadun es pintor de una realidad visual de sutil poesía, con una sensibilidad que apunta directamente al observador. De la propia personalidad del pintor surge esta calma y sencillez que a su vez emana seguridad, es el mundo de Arzadun donde no imperan los conflictos, donde se impone la calidez humana y la armonía de la naturaleza. Resume las características del arte de Carmelo de Arzadun lo escrito por Celina Rolleri en 1969: “La actitud de Arzadun no es romántica ni realista, pero se encuentra a mitad de camino entre las dos tendencias, porque si bien él transforma líricamente la realidad, no abandona la discriminación de la materia y el respeto por el objeto”.
En “Paisaje” y en “Árbol y arena” la protagonista es la naturaleza, el motivo central son los cerros costeros del este, manchas oscuras lejanas, al otro lado de la gran extensión de arena y de la línea curva que traza la orilla de la playa. La paleta de colores es baja, predominan sin estridencia los colores arena, las tierras, los verdes y los ocres, el cielo evita ser excesivamente brilloso y esconde parte de su celeste entre nubes grisáceas.
En la pintura “La Niña frente al mar” la escena vuelca la atención hacia la figura humana, la niña que da la espalda al observador para dirigirse al agua, bordeando una cerca improvisada con palos sacados de la vegetación cercana. En las pinturas de las playas no está ausente la calidez del juego de los niños y los familiares retratados, sus hijos y su esposa, ubicados en las arenas de las playas o en la casa de vacaciones.Las playas son pintadas una y otra vez, en distintos momentos del día, reflejo de esta actitud estudiosa de Carmelo de Arzadun que es constante e insistentebuscandolas posibilidades de un mismo tema.
Estas playas, en el análisis global de la obra de Arzadun, tienen el valor de una singularidad temática, porque a diferencia de Blanes Viale, Cúneo, Milos Bereta o Miguel Rosé, los paisajes de Arzadun no son de naturaleza, de campo, sino que tienen su preferencia en las vistas urbanas, la ciudad, el barrio, la calle. Como las que pintara desde la calle Ibiray, la calle donde había construido su casa en Montevideo, o como los paisajes parisinos que constituyen toda una serie aparte, también presente en el Museo.