Centro Poblado Rural
Cerros de Vera
Se encuentra ubicado en la zona sureste del departamento de Salto, sobre el margen oeste del arroyo Vera, próximo al cerro homónimo. Pertenece a la 5ª sección judicial. La localidad se sitúa en una amplia zona netamente agropecuaria, en cuyos campos aflora superficialmente el basalto.
Evolución demográfica
1996 |
2004 |
2011 |
75 |
110 |
160 |
(Fuente: INE )
Vera considerado el último “pueblo de ratas” del país, fue erradicado a comienzos de la década de 1990 tras la construcción de las viviendas de MEVIR. Junto a las viviendas llegaron el agua potable y la luz eléctrica, con un generador diesel. En la actualidad existe un proyecto eólico en desarrollo.
Sostienen sus pobladores que el sustento diario para la alimentación resulta costoso, ya que depende de distribuidores que lo llegan dos veces por semana.
Viven actualmente en Vera alrededor de 200 personas.
Acerca del nombre los lugareños proponen tres versiones:
- A. Que por esa zona anduvo en misión el padre Jacinto Vera.
- B. La cercanía del arroyo de ese nombre.
- C. En época de las milicias artiguistas alguien expresó que los cerros eran buenos para una batalla y otro le contestó: “Si, son unos de cerros de veras”.
La Escuela Rural Nº 25, “Melchora Cuenca”, fue fundada el 1º de setiembre de 1911 y su local orignal era en una casona de piedra edificada por los vecinos. Su primera maestra fue Vicenta Lima. El edificio nuevo es de 1972. Su actual maestro es Jorge Morales y asisten 35 alumnos.
Hay un destacamento con edificio nuevo desde 1978. El anterior estaba en el ombú y era una casilla de lata.
En el almacén “El resorte” de Hugo Disnery, se pueden observar cerca de 50 trofeos del club de fútbol de Vera, cuya camiseta repite el color de la camiseta de la selección uruguaya.
Información sobre Vera
Por Ofelia Piegas
El nombre de Ignacio Vera ya está en la mensura de 1839 que fuera ordenada por José María Artigas al adjudicársele el campo solicitado por su padre José Gervasio Artigas, en 1805. Aparece el nombre del arroyo Ignacio Vera que nace en la cascada sita en el propio pueblo de Vera y que desemboca en el Arerunguá. Se ignora a qué personaje pertenece el nombre.
Origen e Historia
Población paupérrima que nace en el feudo de la familia De Oliveira Lucas, a quienes pertenecían tres novenas partes de las alrededor de cien mil hectáreas que adquiriera Antonio De Souza, como compra total del bien que había heredado José María Artigas y que se efectuara en Villa del Durazno. A los nueve hijos de Antonio de Souza, seis varones y tres mujeres (casadas con tres hermanos De Oliveira Lucas, portugueses), les tocó la parte de tierras que se recuesta al arroyo Vera y que conformaban más de treinta mil hectáreas. En medio de este feudo nace la población de Vera que como toda población rural, lo hace a la vera de los establecimientos ganaderos del entorno. Los descendientes de estos Lucas, perdieron el apellido “De Oliveira”, todavía hacia 1930 monopolizaban estas tierras y con la crisis de la primera guerra mundial hipotecaron sus campos y fueron perdiendo su propiedad. Pero aún quedan algunos descendientes en pequeños predios de la zona. Ignacia De Souza de Oliveira Lucas (hija de Antonio de Souza, adquirente de los campos de Artigas) le vende a Amaro de Piegas, mi bisabuela, una suerte de estancia (2000 hectáreas aproximadamente) en 1864; el predio (hoy mermado) es de mi propiedad. Son campos que hoy están en la horqueta de la unión de los arroyos Vera y Arerunguá, campos que pasaron a manos de mi abuelo, a mi padre y a mi, por lo que la familia ha podido hacer un seguimiento del entorno en el que está emplazada la población de Vera.
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En la época que corresponde a los años 30 y 40 del siglo XX, se trataba de un caserío de piedra, que la hay en abundancia, ya que la población de Vera se encuentra recostada a los más altos cerros del departamento de Salto, en plena Cuchilla de Cañas o de viviendas precarias preferentemente de barro y cañas, lo que hacía del villorrio un triste y pobre asentamiento.
Existen dos o tres viviendas “de azotea”, como se les llamara a las casas de material en el siglo XIX, que aún están en pie. Una de ellas se dedicó a “dispensario” y allí Francisco Piegas, médico, viajaba todos los viernes para ejercer su profesión en esa población, azotada más que nada por el intenso flagelo de las enfermedades venéreas, que a la fecha no tenían más solución que una medicina preventiva, trasladando a Salto a las mujeres portadoras para su control. Cerros de Vera era el foco infeccioso de sífilis, incluso en niños, más importante al menos en todo Salto.
Cabe destacar el empeño del Subjefe de Policía, Don Honorio Villar (padre de los médicos Ariel y Miguel), que había tomado conciencia del problema, cuyas consecuencias eran nefastas sobre los niños que nacían con problemas derivados del contagio. Durante 14 años, el Dr. Francisco Piegas ejerció ese ministerio en forma gratuita, pues además era el único médico a la redonda, cuando en campaña prácticamente sin locomoción se apelaba más que nada a intentos de curación basados en métodos atípicos.
Don Antonio Peláez
Como personajes de enorme trascendencia en su época merece recordarse a Don Antonio Peláez, fallecido en la década del 50, de origen español, verdadero padre de los pobres, que reunía todas las mañanas a los niños de Vera para darles un suculento desayuno de café con leche, galleta y manteca, para que por lo menos fueran alimentándose cada mañana; para muchos de ellos, único alimento del día. Soltero y sin familia, fue el alma de ese pueblo por más de cincuenta años. La ingratitud del hombre hizo que el nombre de Pelaez se diluyera en el tiempo sin ningún reconocimiento. Lo mismo ocurre con el nombre del Dr. Piegas, que enfermo de gravedad tuviera que abandonar su sanatorio en Montevideo para refugiarse en la tranquilidad de su establecimiento de campo y que sin embargo vivía circulando en aquellos caminos intransitables, en su propia locomoción, para socorrer a quien lo precisara. Hoy a sesenta años de su desaparición, nadie lo recuerda sino algún anciano sobreviviente.
El cambio que significó MEVIR
Lo que marcó un impresionante cambio en esta localidad, como pasara en muchas otras del departamento, fue el accionar de MEVIR (entre los años 1989 y 1994, Presidencia del Dr. Luis Alberto Lacalle) que no sólo se notó en lo referente a la vivienda, que costó mucho ambientar, sino a la electrificación de la población, con su lógica consecuencia: la inserción en el mundo de las comunicaciones.
También se llevó a cabo una evolución muy favorable con la introducción del sistema de Sociedades Fomento, con lo cual se logró romper ese individualismo acérrimo del hombre de campaña, para comprender la importancia de un relacionamiento con “el otro”, no solo a nivel económico sino social.
Lógicamente, la Escuela jugó un rol importante en esa evolución, siendo en general el maestro el referente en una sociedad, arisca en adaptarse a una mentalidad urbana. Esto sin entrar a viejas supersticiones que aún perviven en forma subyacente y que provienen de viejas culturas como raíces de fuerte arraigo.
Energía fotovoltaica
El 25 de junio de este año UTE inauguró una planta fotovoltaica que convierte al centro poblado en la primera localidad en autoabastecerse de energía solar. Esto significa un gran cambio en la calidad de vida. Ya no dependerán de generadores para contar con energía eléctrica. Y también disfrutarán del silencio, porque los generadores| se hacían sentir en buena parte del pueblo. (El ruido del motor había pasado a ser parte del día a día).
El mantenimiento de los paneles lo harán tres habitantes de la localidad que fueron capacitados especialmente para la tarea, por lo que la inauguración de la planta también supuso creación de fuentes laborales para el lugar. Sin duda la planta fotovoltaica representa un legítimo orgullo para los pobladores.
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Caserío
Puntas de Cañas
Está ubicado a 122 km de la ciudad de Salto entre la ruta Jones y la Cuchilla de Salto, a unos 26 km de Cerros de Vera. Toma su nombre del arroyo Cañas y comprende las zonas de Puntas de Cañas, Boquerón de Cañas y Paso de Cañas. Según Horacio Panissa, es una zona donde predominan los establecimientos de producción agropecuaria.
El pueblo está asentado en terrenos de Julio Lucas, nieto de José Vicente Lucas, brasileño, fallecido en el año 1918, quien compró estas tierras a un descendiente de Artigas. No hay registro de fundación pero según el actual propietario de los terrenos, sería en el año 1880.
Algunos de los apellidos de los pobladores de la zona son: Silva, Dutra, Morales, Bentancur, Soria, Fernández, Fleitas, Galarza, Vargas, Sierra, Gómez, González, Rodríguez.
Viven en Puntas de Cañas unas 20 familias, en ranchos o en viviendas muy precarias. No se cuenta con luz eléctrica, no hay destacamento policial ni comisaría, tampoco hay policlínica, los sacerdotes van desde la localidad de Tambores.
El almacén “El Retorno” es atendido por Elisa Suárez. Al igual que en casi todos los centros poblados del interior del departamento, en Puntas de Cañas la gente se dedica a diversas tareas de campo como ser peones de estancia, alambradores, domadores, etc.
A la Escuela Rural de Puntas de Cañas, la Nº 104, a cargo de la maestra Lelis Montero, concurren 4 alumnos.
Cuenta con el servicio de transporte de la empresa Lagreca todos los martes.
Reseña histórica de la escuela 104
En el año 1970 luego de un gran esfuerzo de los vecinos, se logra inaugurar la primera escuela, y en el año 1974 se establece en lo que sería su local definitivo. Allí concurrían niños de todas las edades ya que la mayoría eran analfabetos. Comenzó con 13 alumnos. Actualmente la maestra es Leslie Montero.
Las familias eran numerosas. Todos los vecinos colaboraban con la escuela, cuando había festivales los propietarios de las estancias donaban carne y se hacían asados. Es el centro de la interacción social de los pobladores.
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Punta de Cañas
Por Julio Lucas
Yo nací en la ciudad de Salto en el año 1933 y me fui a vivir a Puntas de Cañas en enero de 1934. Conformaban el pueblito unas 20 familias, que vivían en ranchos de lata y barro, no había luz eléctrica y se abastecían de agua del arroyo, o de manantiales.
No había ni destacamento ni comisaría. No existían los servicios médicos y para toda enfermedad se recurría a lo de Doña Inocencia Morales, que era curandera del pueblo, al igual que Doña Leoncia Píriz.
Una persona que era muy querida en el pueblo era Doña Idalina Fernández, la comadrona, quien aún después de ciega seguía con su labor, a su vez, madre de varios hijos. Recuerdo que en una creciente grande que hubo en el año 85, dos de sus hijas habían ido a Cerros de Vera a cobrar la asignación y cuando volvían intentaron cruzar el arroyo, que estaba desbordado y perecieron ahogadas.
El acceso al pueblo no era sencillo, cuando era niño salíamos de madrugada y llegábamos al anochecer, son 120 km pero los caminos estaban en tan mal estado que dificultaban enormemente la marcha, a veces cuando llovía quedábamos empantanados y había que sacar el vehículo entre nosotros porque no andaba nadie. Tanto a la ida como a la vuelta mis padres llevaban alimentos para comer a orillas del arroyo, tal era la demora. Entonces de común acuerdo con los vecinos, se optaba por viajar por entre los campos ya que era un poco más fácil, pero eso tenía la contra de que había que atravesar varias porteras.
Cuando me casé en el año 1966, los caminos seguían estando en mal estado, recuerdo que para viajar habíamos comprado con mi esposa una pequeña garrafa y llevábamos para poder calentar la leche para nuestro pequeño hijo durante el viaje.
El camino de acceso al pueblo, por la ruta Jones, se creó recién en la época de la dictadura militar, cuando estaba de Nava de Intendente, año 1977.
El comercio que hay en el lugar siempre nos perteneció pero varias veces fue arrendado, recuerdo que se le arrendó a un Sr. de apellido Cabral y a Rogelio Aranguren también. Este último fue soldado de los colorados que participó en la batalla de Paso del Parque.
Siempre hubo y hasta ahora hay un sentimiento de pertenencia al lugar, a tal punto que una vez vinieron unos canadienses que estaban haciendo un estudio y propusieron juntar todos los pueblitos, Puntas de Cañas, El Tapado, Cerros de Vera, etc, en una sola localidad y la gente se negó. Lo mismo sucedió cuando en Vera se instaló MEVIR. Se le ofreció vivienda a la gente pero debían trasladarse a vivir a Vera, nadie quiso irse.
En cuanto a la religión, no había capilla, venían muy seguido los curas de Tambores, y a veces iba el padre Juan González de la Diócesis de Salto.
Una vez que se abrió el camino, la empresa de transporte que llegaba hasta allí era Guimaraens.
Una de las historias que me contaba doña Idalina era que en la época de la Batalla de Paso del Parque, cuando esta finalizó, el ejército blanco quedó atrapado en el campo de Piegas, porque el arroyo se había desbordado. Los soldados le mataron varios animales para poder abastecerse de carne y le dejaron como pago un recibo a cobrar a futuro.
Dentro de las actividades recreativas de la zona, antes de que se creara la escuela, eran las carreras de caballos. Las mismas se realizaban en el predio del almacén, y se hacían apuestas. Se jugaba también al “Gofo” que es un juego de cartas, al choclón que es un tipo de billar y a la taba.
Luego de que se fundara la escuela, también era un punto de encuentro y diversión para todos los vecinos cuando se realizaban kermeses.
Recuerdo que una vez allá por el año 1954 o 1955, fue un circo itinerante, de hecho no era un circo sino más bien un grupo de teatro, dirigido por Lechini.
En el pueblo hay un cementerio que no se bien la fecha de su formación pero creo que fue cuando hubo aquella epidemia de gripe enorme que mató a cantidad de gente, 1918-1919.
Un dato anecdótico es que cuando fallecía un niño no bautizado, se hacía una fiesta no un velorio. Era el velatorio del ángel.
Un personaje anecdótico del pueblo fue Don Otegui. Apareció un día a caballo con un bandoneón, y se instaló en el pueblo. Vivía en la casa de Antonio Morales. Siempre iba a esperar el ómnibus a Vera. Una vez, sacó la lotería y se compró un auto. Lo tuvo a disposición del pueblo.
Otro personaje de la zona era don Heredia, un hombre que se definía a sí mismo como blanco rabioso, quien admiraba en ese entonces al Dr. Herrera y cuando en una oportunidad el Dr. fue a Vera, don Heredia pudo conocerlo personalmente. Desde ese momento su único tema de conversación era el Dr. Herrera por lo que los vecinos lo apodaron el Dr. Herrera.
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Hoy pueblo desaparecido
El Tapado
"Si tomamos a la derecha rumbo al Oeste pasaremos por una de las reservas más grandes del mundo del venado de campo, que ocupa precisamente toda esa zona de Guayabos, pasaremos por el Arroyo “El Tapado” donde quedan pequeños vestigios del pueblito, continuando llegaremos a Cerros de Vera, otro centro poblado del sur de Salto."
(Información del Esc. Luis Zaldúa)
Según Ademar González
Si bien no se tiene conocimiento de la fecha de fundación, puedo asegurar que sí existía en el año 1927 que fue el año en que nació mi madre quien vivió allí 40 años.
Yo nací y me crié allí en el Tapado, el 28 de octubre de 1963, pero en los registros figura que nací el 28 de marzo del 64, viví hasta los 16 años allí. Conocí la ciudad de Salto cuando tenía 9 años de edad.
El pueblito estaba ubicado en los campos de don Elbio Méndez, aproximadamente a 1 km de la desembocadura del arroyo El Tapado en el Arerunguá y se componía de ranchos de paja y chapa, siendo las únicas construcciones de material la escuela y la casa de don Elbio. Un poco más alejada de la zona del pueblo, a unos 4 km aproximadamente, había una casa de piedra perteneciente a doña Carmen Dutra de Bonini, que tenía en su patio una plantación de frutales algo no común en ese lugar.
A unos 15 km de allí estaba la Estancia El Tapado, perteneciente a Catalina Harriague de Castaños.
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En la época de mi niñez, habitaban allí 8 familias quienes eran de cierta forma todos parientes. Eran las familias González – Alvez, Jorge – Alvez, Rodríguez – Sánchez, Núñez – González, Alvez – Sánchez, Méndez – Souza Leites, Alvez – Méndez, Núñez – Guedes. Se dedicaban a las tareas de campo, como ser peones, alambradores, troperos, domadores, etc. Algunos tenían una pequeña quinta en su casa pero los cultivos eran zapallo o maíz.
Cada familia tenía varios hijos, en el caso de la mía éramos 10 hermanos.
Había una escuela, la 87, que luego fue trasladada pero no recuerdo para que lugar. Actualmente es la única construcción que queda en pie.
Las comunicaciones eran lentas, cuando se necesitaba comunicar algo vía telefónica, había que ir al destacamento de Vera o a la comisaría de Paso de las Piedras.
Vía terrestre era a caballo si era de un pueblo a otro y a la ciudad a través de la empresa de ómnibus de Zuchetti, luego fue Guimaraens y finalmente Yorio. Llegaban los lunes y los viernes, y el recorrido era Salto – Paso de las Piedras.
No había almacén en el pueblo. Para abastecerse había que ir al almacén de Souza ubicado en Vera (10 km) sino a Paso de las Piedras (15km). No había médico. Había una policlínica en Vera.
A unos 200 metros de donde estaba ubicado el pueblito hay un cementerio, rodeado por un cerco de piedra.
En las costas del arroyo, hay una piedra grabada con una fecha, no recuerdo el año pero sí que dice febrero. Según mi madre esa piedra fue grabada por un hombre que luego de un problema grande que tuvo allí en el pueblo se fue a Brasil, se comentaba que él había matado a su mujer en esa fecha.
Hubo también una capilla muy linda, con una virgencita pero que tampoco existe actualmente. Sobre el arroyo, cercano a un monte, hay un cerro de piedra donde hay una virgen. En las costas del Arerunguá a 4 km al sur, había un grupo de casas de piedra y un galpón.
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