El tic-tac del reloj sonó como ninguna otra vez.
El día apareció y se perdió, era el último de muchos que había soportado por largo tiempo; sin poder ver brillar la luz del sol.
Su amargura y soledad lo llevo a pensar en una vida mejor, pero muy lejana… muy lejana a la nuestra.
Un día tormentoso; la lluvia mojo las cortinas, la puerta se abrió y se le presento una señora elegante, vestida de marfil.
Con su exuberante vestido de vuelos, su amplio escote, su marcada cintura y su caída en capas hasta los pies.
Ella marcaba sus pasos al compás de su vestido y no se cansaba de su inagotable labor.
Lo sedujo con su mirada, lo envolvió en palabras dulces y se lo llevó a un mundo que no conocemos.
El ya se fue…se fue con ella.
Nadie sabe si es feliz, ni en donde está.
Solo atesoramos lo que nos dejó: Su rincón; en donde su silla se mece, la estufa se enciende, las cartas juegan solas. Donde aún sigue la puerta y la cortina mojada. Y en el aire aun se respiran palabras dulces.
Pero la certeza de por qué su alma aun nos acompaña, no se sabe.
-Ven que te presento a mis padres, ella muy nerviosa lo acompaña. El la llevo a varios metros de la casa y mirándola le dijo:
-Acá viven.
-Sí, ¿Dónde están?
Él le hace una mueca con el rostro y ella baja su mirada; vio una lápida.
El la toma de la mano y le dice aquí también vivo yo.
La novia emocionada lanzó el ramo y lo atrapó Artemisa.
(Diosa de la Soltería)
Miles de monedas me miraban, me decían sácanos de aquí; queremos circular, ir de tienda en tienda.
Yo las ayude a salir; ellas sonreían, pero… detrás de su sonrisa llegaba la cana.
Se distrajo un momento recordando la vez en que un camión a contra mano lo dejo huérfano.
De inmediato: - Papáaa mira el camióoon.
Dos niños se perdieron por al bosque y entre la soledad y el miedo, uno grito: un lobizón. Ambos salieron corriendo, después de mucho tiempo correr. El que iba más atrás dijo: - Los lobizones no existen.
Con voz temerosa respondió el otro: -¿Entonces porque la sombra del perro es demasiado grande?
-Porque soy yo.
El vivía con sus padres y su hermana...Un día vi salir de su casa un coche de una empresa fúnebre.
Y en la vereda estaban todos llorando; solo faltaba él.
Nina Damaris Sobesky Szwec
Salto (3 de Marzo, 1993)
Estudiante de dibujo de la construcción en UTU.