Mario era arquitecto movía plano de allá para acá tenía una camioneta y una linda casa, cuando de repente un señor le habla y le dice Marito no se me duerma en el escalón tome solo tengo esas dos galletas oreadas y esa cebadura.
Rebeca se había acostado y esa noche soñó que él había venido, fenómenos catastróficos sucedían, había accidentes y pánico las tumbas se movían.
Esa mañana se levanto y sin pensarlo dos veces fue a confesarse.
Se levanto abrió la caja fuerte de su mujer, luego se acostó.
Al otro día apareció la policía.
-Mama mama ¿sabes lo que me paso?; dijo el ratoncito.
-No; le contesto ella.
-Yo fui a buscar comida y de repente un malvado gato salió y yo lo ataqué y en la pelea me caí de la cama.
El ladrón entro por la ventana con un cuchillo en mano y un pasa montaña, abrió la puerta del living.
Luego caminó el comedor, entrando directamente a su cuarto.
Donde ella gritó y se sentó de un golpe en la cama.
Este lápiz llego a mis manos cuando tan solo Hera un niño de diez u once en aquel barrio de mi infancia.
Murmuro el anciano escritor; cuando no tenía nada de comer ese día de invierno recorriendo las calles de la ciudad, en busca de un trozo de pan. Entrando así a un local muy antiguo, con cosas muy extrañas. Vi salir a un hombre desde el fondo muy anciano con barba larga y blanca; que mirándome me pregunto ¿qué quieres? Un trozo de pan le conteste. Fue al fondo y luego me trajo una bolsita con algo adentro ¡Hilda Hilda!, la puerta ha todavía me pide aumento la señorita… tomándola y dándole las gracias, yo ya me estaba por ir y escuche su voz nuevamente.
-tienes hogar?- me preguntó.
-No, le contesté.
-Sabes leer?
-Si, apenas, tuve que dejar la escuela por ir a trabajar.
El anciano me dijo: hágamos un trato la puerta tú me lees unos libros que tengo y te puedes quedar, y te daré de comer. Yo acepte muy rápido… ya que afuera hacia mucho frío.
Ya era como a las diez de la noche y el anciano ya se había acostado y me dijo,
-Me olvide probarte toma lee ese librillo: “Todo es posible” si lo haces bien te podrás quedar.
Parece que lo hice bien porque así fueron pasando los días hasta que llego el verano y los libros del sótano fueron todos leídos las cajas fueron revisadas, menos una que estaba en un rincón en la sombra se la estantería atada con un alambre, yo me tenía que ir termino esto y a esa empleada que no hace nada la mando volar ¡le dije a martita que la joven muchacha era mas servicia!
El hombre que hasta el día de hoy no le sé el nombre tras que era muy callado, me pidió que subiera una caja más. Si la que estaba con alambre, abriéndola el hombre retiró unos papeles amarillos; que al empezar a leerlos puso bruscamente la mano encima, pero llegué a leer algo muy vago “como que si yo no la hubiese empujado” pero en fin ese no era el tema, el hombre luego de haber sacado todo sacudió la caja y se sintió un minúsculo ruido al ver eera como un simple alambrecito y yo le dije: démelo que lo tiraré él me dijo:
-No ni lo pienses. Agarrándolo cuidadosamente lo tomó como un lápiz y empezó a escribir cosas muy raras e incoherentes como: vendrá alguien a comprar hoy, ella me extrañara.
-¿Está bien usted? -le dije- por qué escribe eso
-Yo no lo hago
Me contestó yo solo pienso y él solo escribe. Toma, inténtalo
Yo tomándolo cuidadosamente lo puse sobre una hoja y solo pensaba, recuerdo que lo primero que escribí fue “quisiera ser famoso”.
Luego me digo quédatelo ahora es tuyo no se lo des a nadie ni cuentes de él, te servirá para tu sueño. Y así fui practicando hasta mi primer libro llamado “Novedades en el cielo” es tan sedentaria esta señorita,hasta el último que se llama “Cada vez me asombro más y más.”
Alfredo Simón Sobesky Szwec
Nació en Salto, el 23 de enero de 1995.
Estudiante de carpintería en UTU y en Enseñanza Secundaria, 1º año de bachillerarto.