TRES NOTAS DE HOMENAJE 

 

Se reúnen tres notas del periodista y docente, Esc.  Enrique A. Cesio, aparecidas en el diario Cambio (Opinión 3), Salto, los días martes 16 de agosto de 2004, martes 30 de agosto de 2005, martes 6 de setiembre de 2005.      

 

 

Cervantinas

I

 

Me había estado preguntando cómo podía yo honrar a Cervantes en este año 400 de su Quijote. De pronto, revisando mi anaquel de libros salteños, la mayoría de ellos obsequio de sus autores y con exageradas dedicatorias para mi persona, encontré unos fascículos de Julio Garet Mas.

Por supuesto, sus mensajes eran demasiado para lo que soy, pero rescato una expresión que me agrada cuando me cataloga como: "amigo mío".

Siempre he considerado un privilegio tener la amistad de gente mayor, mucho más si ellos son referencias valiosas para ejemplo de nuestras vidas. Miré entonces los títulos y encontré la manera de homenajear a Cervantes, y al mismo tiempo, hacerlo con don Julio, escritor, conferencista, poeta y profesor que enriqueció a Salto.

El primer fascículo se titula "Flores y Fauna de El Quijote" y contiene dos conferencias del autor de 27 y 28 de noviembre de 1969, en el Instituto de Estudios Superiores. (Imp. Florensa y Lafón. Montevideo 1969).

Hay una demostrada pericia de Garet Mas sobre el libro, un conocimiento profundo y una libertad de exégesis, dichas con una lengua afincada en la pureza, adentrado en figuras y vocablos no usuales, propios de quien no improvisa sino ahonda y trasmite.

En su comienzo reflexiona sobre la aparente escasa mención de las flores en el trabajo cervantino. Su tesis será la de demostrar como errónea esa apreciación y en descubrimiento importante, dejar establecido que esa texto está pleno de flores.

Comienza por señalar como en el sepelio de Grisóstomo, se indica hay "muchas flores y ramos", para seguir luego anotando en una escena en la Sierra Morena la descripción de "muchos árboles silvestres".

Cita mas adelante a Lotario, ubicando la escena en un "hermoso jardín lleno de flores y rosas". Garet subraya la distinción de la rosa de las flores en general, considerando así a aquella como una especie reina.

Continúa la apasionante tesis indicando como el Caballero le dice a Sancho: "Yo se bien a que huele aquella rosa entre espinas", haciendo indirecta mención a su Dulcinea y siendo coherente con aquello de la rosa como la principal entre todas las flores.

El conferencista prosigue su demostración de la presencia de las flores en la obra, citando a personajes femeninos abundantes en todo el texto.

Así describe a Marcela, a quien sus adoradores frustrados le reprochan la muerte de Grisóstomo y alabando a la protagonista recuerda su respuesta: "no merezco ser reprendida por ser hermosa". Para Garet eso equivale a ser una flor.

A Camila la ve como flor azotada por la fuerza del viento, mientras a Lucinda la califica de "aquella dulce y castigada flor". La búsqueda de esas mujeres continua sin pausa.

Encuentra en Dorotea: "Vivo gozo en escucharla. Su relato /tanto animó la pastoral escena/." A Zoraida la considera una privilegiada criatura (flor maravillosa). Así Clara es "una flor en el instante de abrir" y Altisidora la inteligencia y el amor propio femenino, contrapuesto a la belleza suprema de Dulcinea.

En esa línea la afirmación de Garet sobre la presencia indirecta de las flores en El Quijote va completándose, cuando indica a Clara como la pasión y se extiende en la parte de la Hija del Ventero. Un personaje a quien tributa homenaje especial, citando un poema de Manuel Machado que refiere a la ventera y expresa: "Ve morir el día/ tras el horizonte/ Parda y desabrida/ la Mancha se hunde/ en la noche fría."

Para Garet no hay dudas de que Cervantes, trasmutado en el Flaco Caballero, las prefería rubias. Encuentra un poema de Amado Nervo que le sirve de apoyo: "Tan rubia es mi niña que/ cuando hay sol no se la ve".

El enamoramiento del hombre por la mujer, eterno juego iniciático de la especie y desarrollo de todas las artes y las letras que en el mundo han sido, parecen aquí formalmente asimiladas por Garet Mas, en la interpretación de la intención de don Miguel al escribir su magna opus. Rotundamente concluye su conferencia: "Las Mujeres son las flores de Don Quijote". 

 

 

Cervantinas

II

 

Linda fue la emocionada receptividad que brindó Leonardo Garet, a mi nota anterior sobre la obra de su padre, Julio Garet Mas y sus exégesis de Cervantes en el Quijote. Trasmisión genética y cultural, provocadora de frutos cultivados de la literatura lugareña, repercutida a nivel nacional. Nos abrazamos contentos el otro día en el homenaje a Marosa.

Volví entonces a leer aquel fascículo de su charla sobre Flores y Fauna en Don Quijote, para entremeterme en el espléndido capítulo de la extracción del sentido cuasi humano con que el Manco trata a los animales. En su conferencia, Garet Mas explicita esa relación de manera numérica, pero además cualitativa. Empieza por calificar a la novela por excelencia, como una nueva Arca de Noé, nada mas que con ejemplares solos, no en las parejas bíblicas. De esa manera revela Cervantes su amor por los seres vivos, como ya la había analizado el conferencista, con las flores. Una forma de tratar a los animales como sujetos de igual miramiento que los hombres.

Para ratificar esa idea, recurre a Menéndez y Pelayo en su calificación de que "Cervantes es toda la naturaleza." De esa manera, agrego, el afamado español se convertiría en uno de los preclaros adelantados del ambientalismo y por ende, en un elemento moderno, omnipresente en el mundo globalizado y contrastante de hoy.

Para fundamentar su análisis de la consideración cervantina por los animales, Garet Mas escarba en los textos y encuentra al caballo, el perro, la vaca, el carnero y el palomino, los cerdos, las mulas y las ovejas. También a las cabras, raposas y toros, los gamos, gatos y canes y hasta la hermosa cabra. Y si de aves se trata, están presentes las cigüeñas, grullas y calandrias, las garzas y los canarios. No se olvida de los reptiles como las lagartijas, pero subraya la continuada cita a las serpientes, símbolos sin duda de lo negativo y diabólico.

En el escrito anterior vimos como Grisóstomo es una referencia esencial a las flores (las mujeres) pero Garet encuentra además, la realidad animal en la canción del personaje cuando los invoca en su desgracia de amor, dicente: "El rugir del león, del lobo fiero/ el temeroso aullido, el silbo horrendo/ de escamosa serpiente, el espantable/ baladro de algún monstruo, el agorero graznar de la corneja y el estruendo/ del viento contrastado en mar instable;/ del ya vencido toro el implacable/ bramido, y de la viuda tortolilla/ el sensible arrullar...".

Pero para el exégeta del andar del Caballero, nada hay más rotundo en su demostración de amor por los animales que la consideración protagónica de Rocinante y del rucio, las inseparables parejas del Hidalgo y su escudero.

Encuentra entre las páginas de la obra, las expresiones de ternura reveladoras de la relación estrecha de aquellos sus animales, con aquellos sus dueños.

De esa forma lo confirma, cuando cita al protagonista diciendo a su jamelgo: "tan extremado por tus obras/ cuan desdichado por tu suerte". Y de inmediato recuerda la recepción de

Sancho al rucio que recupera después del robo: "¿Cómo has estado, bien mío?

Para concluir su tesis hay afirmaciones notables cuando afirma Cervantes creía que los animales piensan y de esa forma son hábiles para el diálogo, lo cual explica muchas partes de la novela. Añade su convicción de la existencia de una amistad entre el rucio de Sancho y Rocinante, tal como si fueran personas. La conclusión que a mi no se me hubiera ocurrido y es aleccionante, surge al afirmar su seguridad de que si se suprimieran los animales, ya no sería el Quijote.

Repara la existencia de animales artificiales o imaginarios y entre ellos elige a Clavileño, "el de galope rápido como el pensamiento; el de vuelo superior al de las naves aéreas que nos pasman con su velocidad supersónica".

Tan persuadido está que cita a Dámaso Alonso diciendo en un soneto sobre la lengua castellana: "Teresa es pueblo, y habla como un oro;/ Gracilazo, un fluir melancolía; / Cervantes, toda la Naturaleza".

Estoy seguro que a usted, como a mí, estas notas me retoman a la necesidad de releer la magna obra. Por eso anuncio la tercera.

 

 

Galgo corrector

 

Por menos que se sepa del Quijote, casi todos recuerdan su primer párrafo, aunque repetirlo no sea demasía. Dice: "En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor". Esto supone una presentación del personaje central y de alguna manera sería presumible, esos caracteres definitorios se reiteraran durante la extensa obra. No hay dudas sobre la existencia en la novela de citas al hidalgo, a su lanza, a la adarga y al rocín flaco. Pero, confieso jamás había advertido, ni en mis lecturas ni en los comentarios sobre Cervantes, una particularidad con relación al galgo corredor.

Leyendo la charla dada por don Julio Garet Mas, el 30 de setiembre de 1966, en la Academia Nacional de Letras, en instantes de ser recibido como Académico Correspondiente, cuyo titulo es precisamente "El Galgo Corredor de Don Quijote", sorprende esta afirmación central: esa es la única vez en toda la obra en que se menciona al can.

Lo afirma Garet: "es un bólido. Enseguida de nombrarlo se eclipsa".

Y prosigue preguntándose porqué guarda silencio Cervantes, porqué no se sabe más de él.

Analiza las circunstancias de las tres salidas del hidalgo, cuyos contextos habrían sido favorables a la presencia y compañía del can y, sin embargo, no se encuentra, no aparece.

La interrogación de si no apercibió Cervantes la utilidad del can en la correría de liebres, es respondido con la certeza de que el caballero no estaba para cacerías.

Posteriormente, mete el entrecejo en las profundidades de la novela para poder probar que nunca mas, después de aquel primer párrafo, surge la figura ni el nombre del galgo corredor.

"Fue, pues, escena efusiva la que cierra las andanzas del caballero, pero escena en la cual se echa de menos, por definitiva vez, la estampa del galgo corredor, que tendría que estar allí, vívido, nervioso, anhelante como vemos a su congénere el que el áureo broche del soneto El Regreso, de Julio Herrera y Reissig, "describe coleando círculos de alegría".

La profundidad de los conocimientos de Garet Mas quedan revelados cuando se extraña que nada menos el gran poeta José Santos Chocano, haya escrito un poema nombrado "El Galgo de Don Quijote" y que le haga figuración al perro en versos como estos: "Y sobre la llanura, bajo aquel sol de fuego/ se oía sólo a ratos al perro ladrador"... Y allí, como un recuerdo de los mejores días,/ soñando en don Quijote, dormía el galgo aquel... los trémulos ladridos del galgo corredor...". Para culminar en: "Y cuando don Alonso quedó en la fosa oscura/ borrándose las huellas

del llanto del dolor/, y sólo por la noche, sobre la gran llanura/ vibraban los aullidos del galgo corredor".

Es posible que Chocano se haya permitido completar, lo que Cervantes no dijo pero es verosímil el galgo corredor haya podido hacer en la realidad. Se comprueba así cómo Cervantes con dos palabras, escritas una sola vez, es capaz de provocar semejantes extensiones de la imaginación y la interpretación.

Es oportuno concluir estas notas cervantinas, hechas con el doble propósito de asociarme al aniversario quijotesco y de homenajear a Julio Garet Mas, citando sus palabras finales de la charla sobre el can del hidalgo.

Aquel día, cuando seguramente experimentó la emoción del reconocimiento de su valía académica, concluyó con una exhortación a todos los poetas y escritores: "El Galgo Corredor de Don Quijote.. Dos palabras, pero de Cervantes.

Ese can rural, en lo que nos toca directamente, alienta en estos días y puede ser nuestro aliado. Llamémosle pues: -Oh, tú, leal amigo, salgamos de caza".

       
 

 

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