AMOR AL MISTERIO

 

            No hay una musa de la literatura fantástica. A partir de las mitologías (teologías) que no fueron sustento de obras literarias, del velo que sostuvo en el mar a Ulises y de la noche detenida en el final de La Odisea, hubiera sido bueno que los griegos la hubieran establecido. El espíritu que alienta la literatura fantástica es tan definido como el que impulsaban Terpsícore, Calíope, o  Polimnia. Como la más general y segura puerta de entrada a su tema se puede decir que la musa de la  literatura fantástica tendría que vincularse con amor al misterio o metafóricamente, amor al abismo. El nombre de la musa, cualquiera que fuera, se vincularía a ábyssos (abismo). La expresiónAmor al abismo”-a semejanza de la filosofía, filoábysos-, puede ser la llave para entrar a sus dominios. A la observación de Felisberto Hernández, de que él escribía no sólo sobre lo que sabía, sino también sobre lo que no sabía (Por los tiempos de Clemente Colling), el autor de literatura fantástica puede extremar los términos y explicar que escribe, fundamentalmente, sobre lo que no sabe. La literatura fantástica obliga a contrastar creencias, certezas y adivinaciones. Por eso, la primera virtud que puede reclamar como sub-género literario, es la de hacer pensar. Indispensable musa que cumpliría hoy un mandato urgente: despertar el espíritu contestatario, cada vez menos presente entre los jóvenes.

            Los primeros acentos de la literatura oral se entretejen de crudeza  realista, delicadezas sentimentales y fantasía ilimitada. El último término de esta relación aparece en menor medida en el Mio Cidcastellano que en el Cantar de Gilgamesh y tiene una potente aparición en el indefinido olifante de la Chanson de Roland. Hubo afloraciones de literatura fantástica en el medio de los más riguroso mares realistas. Pero no es sino en el siglo XX que los incesantes descubrimientos y, a la vez, los abismos mayores, han hecho de la literatura fantástica una corriente que puede ser abordada a partir de sus caracteres distintivos.

            Lauro Marauda (Montevideo, 1958) ofrece en este libro los lineamientos generales y además, una antología uruguaya del subgénero.

Lauro Marauda es narrador y crítico. Su obra de creación es una reverencia a la literatura como aventura superior, con frecuentes alusiones a autores y tópicos universales. Demuestra en ella que es amado por la musa de la literatura  fantástica porque por encima del mundo conocido campea en sus cuentos el misterio.

            También en sus abordajes críticos Lauro Marauda anduvo bordeando “el amor al abismo”: Kafka, un estudio de La Metamorfosis, Julio Cortázar, un universo y sus mundos, Ray Bradbury, prestidigitador del tiempo, Nueva narrativa fantástica uruguaya (revista Deslindes).

            Hoy, a una década de iniciado el siglo XXI, muchos pueden pensar que   sólo lo fantástico tiene probabilidades de representar una valiosa propuesta y que la realidad  cribada de sinsentidos necesita de la asistencia de la musa de la literatura fantástica para ser entendida o sospechada en su totalidad. Este panorama es una manera de presentar lo que en Uruguay se ha trabajado en el tema. 1 Y resulta particularmente importante porque -como señala Julio Cortázar en su conferencia El sentimiento de lo fantástico - a diferencia de algunos países europeos, la literatura fantástica tiene buena acogida en América Latina y es en Uruguay y en Argentina donde aparecen “tres de los mayores cuentistas de literatura fantástica”. Concluye Cortázar: “Estoy naturalmente citando a Horacio Quiroga, a Jorge Luis Borges y al uruguayo Felisberto Hernández, todavía injustamente, mucho menos conocido”. Este panorama de Lauro Marauda incentivará la lectura y estudio de la literatura fantástica y también, por qué dudarlo, el nacimiento de nuevas obras. 

                                                                      

                                                                       Leonardo Garet, Salto, marzo de 2010.

 



 Debe recordarse el valioso antecedente Cuentos fantásticos del Uruguay, de Sylvia Lago, Laura Fumagalli y Hebert Benítez Pezzolano, Bs. As. Colihue Sepé, 1999.

       
 

 

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