Y yo rompí a volar para el lado de adentro
allí no había ni la línea de cielo
casi estaba al borde de las rocas estaba
atado a un pañuelo de despedida y a un mapa
en el pañuelo casi estaba en el pañuelo.
Fue como nadar de espaldas
sin saber cuándo me esperaba la roca
que me esperaba
fue como viajar al centro y al rostro que envolvía
antes
a cada palabra
volverme en el camino
dando vuelta la huella de mi zapato en la arena
dando vuelta la arena
el zapato
y el pie.
Viajo con mis primeros años y todos los días
a ponerlos en mi cuerpo
y que allí desaparezcan.
Mis días caben en este cuerpo
y en este día.
Nadie suponga que estoy quieto
porque estoy sentado.
Vayamos a tu sobrino Pepe
a quien levantas en recortes de papel
en frases quizás pronunciadas
a tu enfermedad tan complicada
que desembocó en esta salud pletórica
te pregunto por tus plantas
el verde y el día de la plantación
los familiares muertos o lejanos
que yo no conocí y rescato
en tus palabras
la tarde empieza a decaer
dejame repetir las historias aprendidas
hoy el ayer está habitando el presente.
Creo (en) los árboles azules
creo (en) el cielo escondido atrás de los árboles azules
y (en) la tierra verde creo.
Creo de creer y de crear
y en el margen verde
dulce y lejano como libro de estampas azules
creo al atardecer cuando (nos) vemos
uno en los ojos del otro
mientras nuestros dedos buscan
el borde una rosa
buscan la rosa.