Bogas y bogas. Llegas a veces a buen puerto,
-puerto sin hoscas trazas, rostros sin desamor-
y ¡a seguir! Brazo ardiente y a instantes casi yerto
va el nauta hacia una playa que ha visto en su interior.
Remas, te cubra un cielo traslúcido o sombrío.
Un día tal vez alguien, de protegida faz,
halle entre los corales restos de tu navío,
y han de hablarle sus tablas de tu sueño tenaz.
Penetrado está todo lo que rozan tus manos
del ansia que domina las fibras de tu ser.
Bogas y bogas...caes y se alzan soberanos
bríos...¿un dios la égida presta a tu renacer?
En todo puerto nútrese la noche en tus arcanos,
y tu esperanza es parte de cada amanecer.
A Piero de la Vigne
Siete centurias hace, bajo el cielo
de Suavia, Piero della Vigne, crea
un vaso que es altísima presea,
nacido de la gracia y del desvelo.
Crátera impar, de perfección modelo,
acoge zumo de emoción e idea,
ya de uvas de la vid que nos rodea,
ya de otra que no es del bajo suelo.
Catorce versos, y en tan breve trino
mucho del corazón o del miraje,
lo eterno de un instante o de un destino,
ningún torpe exabrupto en esa forma,
fluencia siempre, y dignidad por norma,
y entre humano rumor, lampo divino.